Arte pobre (no Povera) y La Cerverina.
Escrito húmedo y delicuescente.
Art pobre (no Povera) i la Cerverina.
Escrit humit i deliqüescent.
Todo está en los ojos del que mira
Tot hi és als ulls del que mira
Tot hi és als ulls del que mira
Casi todas las cosas vienen del mar.
Con toda seguridad aún no había cumplido los dieciséis años cuando después de hacer una serie de dibujos y una plancha de xilografía el profesor de plástica me invitó a presentarme para una beca y una matrícula excepcional en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar (no todos los profesores tenían ese interés, la profesora de plástica de mis últimos años de secundaria estaba convencida y así lo decía en clase que la pintura a partir del impresionismo era cosa de locos y estaba hecha por dementes). La edad mínima para entrar era dieciséis años cumplidos por eso del dibujo de desnudos y de ahí el carácter excepcional de la matrícula. La escuela era un lugar extraño, una mansión de latifundista enclavada en el que fuera su parque de plantas exóticas, a trozos desvencijada y con salones señoriales con pinturas y esculturas francesas del XIX; donde no se enseñaba nada en pintura, ninguna de las técnicas ni materiales ni procedimientos o quizá la enseñanza era tan lenta que para un chico de esos años era como si el tiempo estuviera detenido. En la profundidad, abajo, en las dependencias dictaba clase de grabado Don Carlos Hermosilla, en el patio de luz se veían amontonadas las piedras litográficas En la escuela la mayoría eran mujeres de todas las edades, puede que los hombres no éramos más de una quinta parte del alumnado. El recuerdo que me queda es que la escuela era un gran taller donde podías ir a practicar distintas actividades artísticas, pero a tu libre albedrío. Lo curioso de todo es que al final del año escolar te evaluaban (¿cómo evaluarían?). Lo que aprendí me lo enseñaron los compañeros de taller o mirando lo que otros hacían, desde preparar las telas o hacer las veladuras (por eso es que me llama tanto la atención el proceso pictórico de Yves Tanguy, una de las grandes paletas del XX). También aprendí que había compañeros que pintaban muy bien que eran auténticos maestros y que después he buscado en la Red sin encontrarlos (Ayala, un compañero de apellido árabe del cual sólo recuerdo el sonido de su nombre…).
En los años sesenta Chile era un país pobre, incluso aquellos que nosotros pensábamos que eran ricos eran sólo un poco menos pobres. La auténtica diferencia de clase era tan abismal que los verdaderos ricos eran invisibles a nuestros ojos. No existían mecanismos de comercialización de la obra de arte, no había galerías ni tampoco locales institucionales donde exhibir y la única salida para alguien que intentara vivir del arte era el extranjero (Europa y EEUU), vetado para los que no tenían recursos. Recuerdo que algunos profesores de la escuela mostraban obras en un comercio de artículos para arte llamado Mori, en la calle Valparaíso. Todo era pequeño y provinciano en Viña del Mar, en los “prodigiosos” sesenta. Se veía poca pintura, nos alimentábamos de reproducciones y las láminas de los libros, recuerdo de esos días dos exposiciones: una presentada en la biblioteca de la ciudad, no sé si originales o reproducciones de la serie La edad de la ira (1963) de Oswaldo Guayasamín (que me convirtió en un copiador compulsivo de sus manos, en esos tiempos yo era un pintor expresionista) y otra de Thomas Tom Daskam, en la misma escuela; pintor hiperrealista que nos impresionó por su técnica (hoy, por lo que he podido averiguar en la Red, Daskam se dedica a fotografiar aves) recuerdo el retrato de su esposa sentada en un sillón (la discusión actual es si el hiperrealismo a secas es un estilo o una técnica; el hiperrealista chileno Claudio Bravo es el pintor más valorado en el circuito de Nueva York).
La exposición “De Cézanne a Miró”, llegó en 1968 a Santiago, en la Quinta Normal y la visité dos veces, la primera con amigos y la segunda con mi clase. Es la primera vez que veíamos pintura internacional en directo, los cuadros ya no estaban petrificados en libros sino que cantaban en las paredes, fue una fiesta de color y luz. De esos días me quedan (no sé porqué, debe ser por eso que dicen que la memoria es selectiva) dos recuerdos, un cuadro de Dalí, casi una miniatura, que impresionaba por su técnica en el dibujo y un cuadro de Chagall que en su ángulo inferior izquierdo se veía con claridad que había usado los dedos para pintar.
A finales de los sesenta estalló el mayo de París (mayo es primavera en Europa, en París llueve y las lilas han florecido), a todas partes llegó el eco y se cuestionó el principio de autoridad, ésta ya no venía dada sino que había que ganársela, ser una autoridad respetada era demostrable (Sarkozy confunde las formas con el fondo, se aprovecha de las formalidades e intenta eliminar la esencia). La imaginación al poder, entró de lleno al país y precedió la futura campaña electoral del setenta, con los pre candidatos de la izquierda donde sobresalían los nombres de Neruda y Allende. Entre todos hicimos la Unidad Popular con Salvador Chicho Allende como candidato a Presidente de la República.
Hice, con muchos más, toda la campaña electoral de Allende, pintamos murales en las paredes, escribimos (rayamos) consignas en muros, aceras y calles; representamos piezas de teatro en la carrocería de camiones, recitales de canciones en los locales de las juntas de vecinos y también exposiciones, muchas exposiciones de pintura, tanto para recoger fondos para la campaña como para llevar el arte a los barrios. El cuatro de septiembre de 1970, la Unidad Popular, con Salvador Allende de candidato ganó las elecciones. Recuerdo la inmensa manifestación de júbilo en Valparaíso, recuerdo también haber esperado ver el amanecer de un nuevo día con los demás compañeros. El 24 de octubre Allende, es investido como Presidente de la República, para nosotros Compañero Presidente, el Chicho. Yo no lo voté, no tenía la edad, aun no había cumplido veintiún años.
Roberto Matta regresó al país, Oswaldo Guayasamín pintó un retrato de Neruda en verdes y rojos que se difundió como lámina (no me gustó, en ese tiempo aún no había descubierto el color de la poesía); se publicaron afiches que se vendían en los quioscos de diarios (tenía uno de Matta enganchado a la pared). La editorial Quimantú sacó una línea de libros a precios populares. Se pintaron murales en las paredes de las ciudades, Matta pintó los del edificio de la UNCTAD en Santiago (¿se han destruido con el incendio del edificio?). El Tren de la Cultura recorrió el país. Descubrí que Siqueiros había pintado un mural en una escuela pública de Chillán. Nos enteramos de la matanza en la escuela Santa María de Iquique por la cantata de Quilapayún, la historia oculta comenzaba a brotar desde donde la habían enterrado. Descubrir a Violeta, escuchar a Víctor, al Pato Manns y cantar con Ángel eso de: Mapu significa tierra. Me afilié al Sindicato de Esperadores de Micros del Payo Grondona (también: Me diste mal la dirección) y el Gitano Rodríguez le puso letra y música a Valparaíso. Neruda fue premio Nóbel y se hizo una manifestación en el Estadio Nacional. El arte saltó a la calle.
Yo era en ese tiempo cobarde, dejé la pintura y me fui a la Universidad porque pensaba que en el arte no había futuro (desde que morí, por segunda vez, en junio de 2007 he dejado, según los médicos, de ser cobarde).
Después se vino todo abajo (lo supe, antes del bombardeo, cuando te vi bajar del interminable tren en la oscura estación y los besos se perdieron en el aire). Cayeron las bombas, Allende no se entregó tal como lo había dicho en sus discursos y todos morimos en esos días de Septiembre como también murió Neruda y la poesía. Fue en 1973, después la oscuridad.
Si faig bé els comptes vaig arribar a fer unes deu exposicions entre individuals i col·lectives, gairebé totes a Barcelona (he de dir en la meva defensa que d’alguna cosa havia de viure). També vaig fer il·lustracions per a Amnistia i per a les campanyes contra la tortura i per la llibertat dels presos polítics. Coses dels setanta, com el festival de la Cançó a Canet, els recitals semi autoritzats de’n Raimon, les actuacions dels Quilapayún; Isabel Parra canta al Bolet del pati de l’Escola del Bosc, on van estudiar després els meu fills; la Sirena varada de Chillida davant de la Fundació Miró, Bread and Puppet al Grec, Sol solet dels Comediants, el teatre d’Els Joglars o la primera manifestació a Sant Boi (a l’altra hi van anar tots, fins i tot aquells que no hi van anar).
Mirar molta pintura, molts museus i Història d’Amèrica en la (abans dita) Central i molta, molta Antropologia ( quines coses té la vida, quan vaig entrar a la Universitat a Xile, la primera convocatòria va ser Antropologia després em vaig canviar a Sociologia, com si estiguéssim al desert on s’acava caminant en cercles perque amb la cama dreta fem el pas més llarg que amb l’esquerra).
I el temps que s’escola pel forats de les butxaques, sense que ens n’adonem.
A finales del 82 y comienzos del 83, viajé a Chile de perfil y haciendo poco ruido, a ver las primeras manifestaciones contra la dictadura. La ciudad no había cambiado, todo estaba más viejo, más polvoriento, más despintado, pero todo era aún reconocible, las casas, los árboles seguían en sus alcorques (después llegó el automóvil y los árboles de las aceras fueron las primeras víctimas). Las caras de la gente, los amigos y la ilusión que ha renacido en las calles. Las cancioncillas que se escuchaban por todas partes: Y va caer, y va caer, la dictadura va caer (la dictadura iba a continuar hasta el noventa, mirando los hechos de forma positiva). Visitar a don Carlos que había tenido que abandonar su antigua casa porque lo apedreaban desde lo alto y se vino más abajo al costado de la plaza de Forestal. Fue una mañana y su compañera estaba enfadada porque le había comprado a una vendedora todo el cesto de claveles y los había distribuido por la casa. Don Carlos, viejo, gruñón, comunista, rojo, rojísimo, solidario, vecino de mi barrio, pintor, grabador, maestro, compañero (¿Dónde está la obra de don Carlos? Desaparecida, como desapareció la tela de homenaje a Chaplin que estaba en la escala del Cine Arte de Viña del Mar). Viajar a la lluvia del Sur y ver los tocones que quedaban de la selva que había cantado Neruda, kilómetros de tocones, como una metáfora del país, bajando al Sur.
Nosaltres miràvem la porta del número 105 del carrer Major i vèiem com anava caient a troços, passaven els anys i ningú feia res i el carrer cada vegada més trist i dessolat. La Pilar el recordava ple de botigues i les anava comptant: Forn de pà de Ca l’Alsina, espardenyeria Majà, Cal Fideué, Cal Marcel (barber), la confiteria Colom, la tenda de queviures Cal Botines, Cal Viudo, L’estanc de Cal Gasol, Ca l’Emilia perruquera, Ca l’Àngel, Cal Plats i Olles, Cal Pepe Llauné, Cal Barrachina, Cal Sabater Martí, el forn de Cal Figueres, Ca l’Esteve l’espardenyer, Ca la Mercè Pastoreta, Cal sastre Creus, Cal Llames o l’impremta Minerva, clínica La Boreal, Cal Sabater “coix”, cal Rogelio, (pare de la Goretti), cal sabater Anguera, cal matalasser Rovira, la farmàcia Civit, La Botiga Nova, cal Bonjoch fotograf, La Central, la fusteria de cal Pedrós, la barberia de Cal Ninot (antiga barberia Greoles), la Sastreria Botines, Cal Boldú (plàstics), Cal Clotet fuster, Cal Rellotger Puig, Ca la Pilar de les mitges. En aquells temps tot eren pedrots i guixots a Cervera i la idea del tot a terra prevalia. Potser perque venia d’un món on havien caigut les il·lusions i la bellesa, m’agradaven i m’agraden tant les estretes i altes cases d’una crugia (n’hi ha una al carrer Major que te una habitació per planta), els carrerons, les cases que penjen dalt del turó (de vegades, quan miro des de la vessant de llevant i acluco els ulls veig com surt des de la boira el vell Valparaíso), els murs de pedres calcàries desgastats pels temps (com el del davant del Monument a la Generalitat que va seduïr a Subirachs), enyoro les pintures d’artifici de dibuixos i petites finestres que equilibraven les façanes (la simetria, sempre la simetria) que s’han eliminat amb les reformes; els petits patis closos, les rogenques teules àrabs (a Florència les antennes de televisió es pinten de vermell per a que no destaquin d’entre els teulats) i, és clar, les llambordes del carrer Major, desgastades i pulides pel temps que reflexen com cap altra cosa la llum després de les plujes d’estiu; no són les pedres, és la llum, la llum.
Per tot això vam decidir, llogar l’antiga barberia Ninot i obrir-hi La Cerverina, que s’ha anat fent i creixent pas a pas, com la vella ciutat.
Tot el comerç cultural, és una activitat de risc i de servei al públic i a la societat, on els guanys són més de tipus humà que materials (de fet un es conforma amb no tenir pèrdues o perdre poc; Manuel Vicent que va tenir una galeria la va tancar perque va dir que estava avorrit de perdre diners). El comerç cultural ha de caminar junt a la societat on està enclavat, és allò que hem intentat fer des del 1995, quan vam obrir les portes modernistes de la barberia novament, ara com a galeria (als setanta i principis dels vuitanta les llibreries eren cremades; és encara paradoxal aquella que va ser multada per mostrar una reproducció de la Maja desnuda de Goya. Ara mateix l’exposició dels còmics que va dibuixar Nazario, per aquelles dates, aixeca censures i prohibicions. a Lleida; i, a Nova York va ser tancada una exposició fotogràfica de Maplethorpe fa poc temps).
Tenir oberta una galeria ( en general qualsevol comerç de tipus cultural) és caminar pel fil de la navalla; a més de l’inseguretat de les vendes i de l’aceptació del públic al que mostrem (en una exposició de Ràfols-Casamada en la nostra galeria, una visitant es va sentir tan indignada de la mostra que es va marxar molt empipada per les coses que mostravem. Qué haurà vist?). Crec que conec als pintors, és una gent que treballa molt; molts d’ells viuen per a pintar, pasen hores i hores en el seus tallers pintant (Magritte no tenia taller, pintava al salon de casa seva), i quan no estan pintant estan pensant en el que faran, prenent esboços i croquis (Miró dibuixava continuament, quan estava a Paris el feia en els petits bitllets del metro; molts pintors que conec porten llibretes i llapiços sempre a les butxaques). És suficient veure les fotografies de Chillida treballant el ferro junt als obrers en la siderúrgica on feia les seves escultures o traslladan els blocs de gres per les seves peçes de terrissa per adonar-se que l’art no és només un treball intelectual. Malgrat aixó (i més) tenim la tendència a creure que el treball artístic es allò evanescent, eteri, com que es fa sense voler, com jugant ( quan es va fer l’exposició de Hernández Pijuan al Museu de Cervera, algú va escriure que aixó ho feia un nen; no és veritat, els nens poden fer coses encisadores; però no saben treballar l’espai, no saben equilibrar les formes i no saben combinar els colors, aixó s’adquireix amb el treball i molta pràctica). Aleshores quan es demana ajuda per aixó i per l’altre ens dirigim als artistes i ells responen, sempre responen (perquè no demanem als promotors inmobiliaris o als notaris, que diuen que guanyen molt calés o als taxistes i transportistes, als fusters o als lampistes, o als tècnics informàtics, o als metges, dentistes o kinesiólegs, biólegs, geógrafs o geólegs, o advocats, jutges o procuradors, o als que juguen escacs o bitlles…que ens donen el seu treball, per exemple els sr. notari la signatura d’una hipoteca; el lampista, la instal·lació d’un lavabo, etc.). I és ací que els treballs artístics és venen amb absoluta tranquilitat a restaurants, bars, pubs, cafeteries, granjes, inclús en exposicions organitzades pels organismes oficials (ajuntaments) en clara i deslleial competència amb els artistes profesionals i galeries ( pel que sabem, no hi ha per ara galeries que venguin fricandós, escudella i carn d’olla, patates braves, paelles, suquets de peix, cap i pota, cargols a la llauna ni serveixen cafès, cafè amb llet, tallats, carajillos, canyes de cervesa, gots de vi, i altres per determinar). Aixó passa i passarà perque tenim la convicció que l’art és alló espiritual, metafísic i que els artistes viuen de l’aire i de les belles paraules dels poetes i muses i nimfes i sirenes que canten cançons en els mars de la cultura clàssica i que no te res a veure amb nosaltres i la realitat.
Malauradament per a mi, solament vaig arribar a fer xil·lografia en la tècnica del gravat, encara recordo l’espectació que es sent quan surten les primeres proves del tòrcul. El paper, l’obra gràfica és un original que es desdoblega per a arribar a més gent i els artistes poden demanar preus accessibles per a tothom, ja que el preu total de l’obra es reparteix a parts. És el que més es sembla a la consigna: Art per a tothom; que es pot desenvolupar des d’una galeria, posar obra gràfica a l’abast d’una majoria (estàvem visitant l’extraordinària casa de César Manrique a Lanzarote, quan un guàrdia l’hi va dir a un visitant que aquell gravat de Picasso exposat no era més que una còpia sense valor. No em vaig poder reprimir).
(Tenemos un grabado de Nemesio Antúnez en la cabecera de nuestras camas, se titula Vendaval, muestra a una pareja yaciendo en una cama y el viento se los lleva en volandas; para mi, es el viento del exilio que nos aventó a los cuatro vientos)
A vegades les coses vénen a nosaltres. Neruda que no savia qué usar de escriptori un dia va veure que surava en el mar una fusta i va cridar a la seva companya: Matilde ahí viene mi escritorio. Desprès es va assabentar que era la porta de fusta de la bodega de un vaixell (es pot veure en la seva casa de Isla Negra). La casa de la galeria va venir a nosaltres sense cercar-la, encara més el plantejament inicial del propietàri era que no tenia intenció de vendre-la. Al final en un gest de gran generositat per part del fill del Sr. Greoles la casa es va comprar per telèfon.
Desde que me mordió la enfermedad con dientes verdes, es posible, a menos que cambien mucho las cosas, que no vuelva a la tierra donde nací (como dice la canción). Pero nunca se sabe, uno deja que las olas del mar vayan dibujando la costa, a veces se lleva las arenas de las playas en los temporales y a veces no se recuperan más; pero aparecen otras playas en lugares donde no las había.
(El estran, la pleamar y la bajamar de Finisterrae, en Normandía, las paredes erosionadas de las playas son las pinturas de Tanguy).
Son cosas del mar.
Chago Serrano.
Xago Serrano.
(2008)
1 comentari:
Amigo Chago! mi alegría al leeer y sentir un reverdecimiento en el mejor sentido de tu espontaneidad en la palabra en que permites que las aguas de tu palabra al igual que el agua hable, que suban las aguas y que ellas mismas hablen.
"Amor, belleza, vida, la palabra, nunca deshechos, nunca capturada" como dijo Anguita.
Chago amigo al igual que Kirilov siempre has querido algo más que palabras. Es tu imperativo crear, vivir viviendo,luchar, en definitiva que la palabra tenga sentido para que se transformen en actos, para que naciera una Cerverinadart.
Pedro Rivera Nielsen.
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